martes, 23 de noviembre de 2010



No tengo ganas de andar quemándome la cabeza con ningún touch casual, pero esta vez la conexión fue directa: corazón y alcohol soldándose con absoluta perversidad, con el único objetivo de terminar levantándolo de la tarima de la disco y arrastrarlo hasta el fin de la noche.

El, que bailaba sobre los parlante Lady Gaga con la misma pasión que yo escucho a Roger Waters, acabo por complotarse con la soldadura corazón-alcohol para volarme la cabeza. El, con toda su fragilidad de caramelos Billiken, liquido su inocencia de púber para eludir mi fracasado intento de putodiscreto y arrancarme los labios en el medio de la pista.

Con el corazón al palo producto del Speed (y no del amor) vino el resto: caminar por la calle, con el sol en la cara, exhibiendo una performance de homosexualidad que alteraba a las viejas de barrio Martin que salían a baldear la vereda.

Y a ese principio frenético y casual lo esperaba un opuesto final de café con leche y resaca matinal. Hermoso fast food de adolescente y de discoteca que según mi cabeza no debo comer otra vez. Pero que importa la cabeza cuando el corazón decide tomarlo todo y avanzar sobre estas ganas de volverlo a ver, sabiendo, por experiencia, que no es lo que busco y que me volveré a lastimar. Corazón: otra vez todo va a ser culpa tuya.

1 comentario:

  1. Resaca de un domingo por la mañana. Hermosa sinfonía del corazón adolescente. Extraños y borrosos recuerdos que cuando aperecen, nos hacen regresar al primer amor. Hermoso texto Barty. Acabás de pintar un cuadro en el que tal vez más de uno se ve reflejado.

    Fuerte abrazo.

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