lunes, 30 de enero de 2012


Yo.
El esta bronceado siempre, de pelo tan lacio que se les sospecha planchita, se refiere a Nueva York con naturalidad, como si dijeran “el otro día en Funes”. En su depto de sutiles líneas Neo tienen un plasma de tantas pulgadas que te cagas encima. Para el “pensar” es un bonus track, no necesita hacerlo para sobrevivir: cada gramo del capitalismo está hecho para él. Tiene un devenir prefabricado y camina por el microcentro suelto de conflictos, con una liviandad de paloma y su rubio 230 de keleston en los pelos. El es Emiliano, yo los miro desde su somier y pienso que si sería así no soportaría muchos domingos más.
Él.
Él y su 230 de koleston salen en busca de las mejores ofertas de Prada y Gucci; pero sin embargo le sigue faltando algo. “Ese” algo que ni con las mejores prendas de Channel podría tapar.
Sigue su camino por el medio de tanto capitalismo sin darse cuenta que lo único que necesita para llenar ese Dior de unos cuantos euros, son un simple choripan de la costanera junto a su proletario que le habla de Peron mientras cuelga su mirada en la lontananza del río.
Yo.
Mi paraguas roto ahora es hermoso de otro modo. Lo abro para ir hasta el kiosco de la esquina y el feliz de haber devenido en desgracia después de la última tormenta.
Si estuviera con vos, seguro nos tiraríamos en la cama y nos hundiríamos en el aire acondicionado y me perdería de compartir momentos como estos con mi paraguas que está hecho un pobre cachivache. Yo lo quiero igual.
Él.
Aún cuando la cena en la costanera seguía en pie, él la postergo para salir a recorrer livianamente el centro con su paragua y retroceder a los viejos recuerdos de aquel frío invierno. “Kiosco a la vista”, gritaron y fueron en busca de una bolsita pensando que les iba a devolver lo que una vez fueron.
Ya, cansado y con su 230koleston desteñido, añadió un "te quiero" muy sutil y sumiso, que hiso revolver la esquina de Córdoba y Laprida.
Yo.
Oh! Qué hermoso. Pero yo no quiero que tu 230Koleston este desteñido. Quiero ser tu Sedal, tu Head and Shoulders. Y que todo tu burgués rubio brille en la costanera mientras comes tu pedacito de grasoso Perón.

domingo, 29 de enero de 2012


Te dibujas como caricaturas de pájaros en el cielo. Mientras yo quedo entregado al encuentro con ese otro que no sos vos pero es terriblemente hermoso, una belleza que duele. Y seguramente iremos a mi casa y tomaremos café en taza grande. Y como está nublado y seguramente llueva escucharemos desde mi cama los truenos que no nos darán miedo y sobre el final de la lluvia y de ese amor de tardecita me agarrara complejo de Heidi y quisiera preguntar: "¿Por qué las hojas de los árboles se ven tan verdes?", pero no, ni la llovizna tenue ni las caricaturas de pájaros en mi cabeza me van a llevar a una cursilería tan extrema. Y mientras imagino todo eso, sigo en la barranca esperando su encuentro.

sábado, 28 de enero de 2012


Ellos estan bronceados siempre, de pelo tan lacio que se les sospecha planchita, se refieren a Nueva York con naturalidad, como si dijeran “el otro día en Funes”. En sus deptos de sutiles líneas Neo tienen un plasma de tantas pulgadas que te cagas encima. Para ellos “pensar” es un bonus track, no necesita hacerlo para sobrevivir: cada gramo del capitalismo está hecho para ellos. Tienen un devenir prefabricado y caminan por el microcentro sueltos de conflictos, con una liviandad de paloma y su rubio 230 de keleston en los pelos. Ellos son los Emilianos, yo los miro desde su somier y pienso que si seria así no soportaría muchos domingos más.