martes, 23 de noviembre de 2010



No tengo ganas de andar quemándome la cabeza con ningún touch casual, pero esta vez la conexión fue directa: corazón y alcohol soldándose con absoluta perversidad, con el único objetivo de terminar levantándolo de la tarima de la disco y arrastrarlo hasta el fin de la noche.

El, que bailaba sobre los parlante Lady Gaga con la misma pasión que yo escucho a Roger Waters, acabo por complotarse con la soldadura corazón-alcohol para volarme la cabeza. El, con toda su fragilidad de caramelos Billiken, liquido su inocencia de púber para eludir mi fracasado intento de putodiscreto y arrancarme los labios en el medio de la pista.

Con el corazón al palo producto del Speed (y no del amor) vino el resto: caminar por la calle, con el sol en la cara, exhibiendo una performance de homosexualidad que alteraba a las viejas de barrio Martin que salían a baldear la vereda.

Y a ese principio frenético y casual lo esperaba un opuesto final de café con leche y resaca matinal. Hermoso fast food de adolescente y de discoteca que según mi cabeza no debo comer otra vez. Pero que importa la cabeza cuando el corazón decide tomarlo todo y avanzar sobre estas ganas de volverlo a ver, sabiendo, por experiencia, que no es lo que busco y que me volveré a lastimar. Corazón: otra vez todo va a ser culpa tuya.

miércoles, 17 de noviembre de 2010


Mi rechazo a la moda o mi inclinación a una tendencia desactualizada, a una combinación de mal gusto. Abra que terminar por rendirse y aceptarse como un mamarracho, como un pibe que se la da de intelectual bohemio y lo único que quiere es ser el mejor de los prostitutos. Desear tragarse hasta la última gota de Carlos Marx y vestirse como Ale Sergi, escuchar Bod Dylan y llevar la condición de vida de un empleado municipal. De esas dicotomías esta hecha mi existencia, mi pequeño cuadradito: humilde intento de sub-mundo que pretende ir por debajo del orden imperativo y termina siendo una parte cardinal de su funcionamiento, humilde fracasito, pequeña frustración que me obliga a retorcer las horas robadas al sueño para encontrarle el sentido a esto que llamamos vida.

martes, 16 de noviembre de 2010


Lucas se despierta, se abre espacio entre las sabanas, altera el orden de los pliegos, genera nuevas formas en la cama. La lluvia que caí y moja las sabanas sobre este colchón de sábado. Este sexo de armario que empieza y termina en la marihuana, en textos de Gramsci. Un movimiento enardecido y precoz. Una dialéctica de falsos enamorados entre estómagos vacíos y discos de Stan Gets. Estas ganas que se disuelven entre música para prostitutas y una tribu de jóvenes radares. Un divertimento que empieza con aroma a café con leche sobre un cobertor roza. Es esta mañana de octubre entre las 6.30 y las 7.45